Nuestra mortalidad

Roberto A. Fernández
2 min readDec 12, 2020

A Darcy Brum, In Memoriam

Pablo Picasso, Muerte de Casagemas (1901).

Hoy tengo la imagen de este hombre de 35 años, consciente de que su muerte es inminente. En su lecho de agonía, seguramente contempló su corta existencia e hizo las paces con la mano que le tocó en el juego de naipes que es la vida.

La probabilidad de que cada ser humano nazca como tal es infinitésimamente baja. No importa lo defectuoso de nuestros pensamientos, no es difícil aceptar el hecho de que -antes de ser concebidos, de nacer, y de desarrollar autonomía intelectual y de sobrevivencia- hay nadie a quien preguntarle si quiere venir a este planeta como ser humano; mucho menos se nos da a escoger el tiempo, lugar, o nuestros progenitores y ancestros.

Es cierto que somos nosotros y nuestras circunstancias -biológicas, genéticas, culturales. Quienes procuran y logran tener vidas intensas, con viajes, diversidad de gente, música, libros, aventuras, almacenarán información, conocimiento y hasta sabiduría. Pero, igual perecerán, como lo harán quienes tengan vidas estancadas, monótonas, sin algo interesante que vivir o recordar.

La vida, en cuanto trae consigo la muerte sin excepciones, es democrática. Concebiblemente, lo corto de la vida cambiaría si logramos alargarla más allá de los límites biológicos que conocemos.

Al concebir ese escenario, sin embargo, esperaríamos que el recurso de una vida de cientos o miles de años, no se distribuirá equitativamente. Pero no sabemos si los avances médicos y tecnológicos que harían posible tal longevidad vendrá acompañada de valores morales que parecen escasear hoy, y que mantienen o empeoran condiciones de desigualdad a base de criterios arbitrarios, sin relación con un atisbo de meritocracia.

Que la muerte existe nunca ha significado que no sufriremos todo tipo de calamidades antes del definitivo y asegurado desenlace de morir. Tan es así, que muchos ven la muerte con alivio. No nos queda más que vivir como mejor podamos, y aceptar muestra mortalidad y la de nuestros amigos y seres queridos.

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Roberto A. Fernández

Writer, amateur saxophonist, lawyer. My book “El constitucionalismo y la encerrona colonial de Puerto Rico” is available at the libraries of Princeton and Yale.